viernes, 18 de febrero de 2011

la edad de oro

LA EDAD DE ORO

Lo que el tiempo se lleve

que sea tanto

como aquello que el tiempo nos dio,

regalo inmerecido,

dejando la memoria en la inocencia

de la vida cumplida, porque nada

hiere más y más hondo que el recuerdo:

mientras dure una noche en la memoria,

esa noche es la Noche

y esa intensa memoria la Memoria.

Llévese el tiempo todo

lo que quiera llevarse,

porque todo fue suyo desde siempre.

Que desvanezca el tiempo

el oro delincuente del amor

y la imagen hermética de aquello

que llamabas pasado

—y era apenas

ayer: la fugitiva

edad de no tener

edad para el pasado.

Edad de Baudelaire y de muchachas

que adquirían nociones de la vida

en las últimas filas de los cines

y en esos viejos cines de posguerra

convertidos

en locales de baile que cerraban

cuando el cielo quería amanecer.

Amaneceres de domingo,

volviendo a casa con

un vaso aún en la mano

y con tabaco extraño en el bolsillo,

a esa hora en que abrían los cafés

y las damas de caridad montaban mesas

con carteles de niños moribundos.

Y era la muerta luz que amanecía

la metáfora helada y la exacta ilusión de estar quemando

las naves de la eterna juventud.

Pero en su coche fúnebre

el tiempo iba admitiendo pasajeros.

Y las naves quemadas son ceniza,

y muy poco de eterna

tuvo la juventud.

Así que arrastre todo, que se lleve

en su vértigo el tiempo la memoria,

dejando

un vacío perfecto en el pasado.

Porque todo recuerdo

se acaba corrompiendo en el presente.

Y este presente ya

de poco va a servirnos.

De poco va a servirnos

el saber que hubo un tiempo en que la vida

valía su peso en oro.

Porque la vida pone

su casa en el pasado.

Y esta casa sombría no parece la nuestra

Felipe Benitez Reyes

Canon EOS 400D DIGITAL 19/10/2010 16:25 por jrrof (mi sombra y mobiliario urbano)

1 comentario:

Francisco Espada dijo...

Nuestra sombra, como la conciencia, nos acompaña en todo instante: a veces por un lado, otras por otro, en ocasiones se queda rezagada y otras, como en esta ocasión, se nos adelanta. Siempre está presente, aunque a veces la opacidad no nos deja apreciarla. ¡Cuídate y tendrás siempre buena sombra!