Lo que el tiempo se lleve
que sea tanto
como aquello que el tiempo nos dio,
regalo inmerecido,
dejando la memoria en la inocencia
de la vida cumplida, porque nada
hiere más y más hondo que el recuerdo:
mientras dure una noche en la memoria,
esa noche es
y esa intensa memoria
Llévese el tiempo todo
lo que quiera llevarse,
porque todo fue suyo desde siempre.
Que desvanezca el tiempo
el oro delincuente del amor
y la imagen hermética de aquello
que llamabas pasado
—y era apenas
ayer: la fugitiva
edad de no tener
edad para el pasado.
Edad de Baudelaire y de muchachas
que adquirían nociones de la vida
en las últimas filas de los cines
y en esos viejos cines de posguerra
convertidos
en locales de baile que cerraban
cuando el cielo quería amanecer.
Amaneceres de domingo,
volviendo a casa con
un vaso aún en la mano
y con tabaco extraño en el bolsillo,
a esa hora en que abrían los cafés
y las damas de caridad montaban mesas
con carteles de niños moribundos.
Y era la muerta luz que amanecía
la metáfora helada y la exacta ilusión de estar quemando
las naves de la eterna juventud.
Pero en su coche fúnebre
el tiempo iba admitiendo pasajeros.
Y las naves quemadas son ceniza,
y muy poco de eterna
tuvo la juventud.
Así que arrastre todo, que se lleve
en su vértigo el tiempo la memoria,
dejando
un vacío perfecto en el pasado.
Porque todo recuerdo
se acaba corrompiendo en el presente.
Y este presente ya
de poco va a servirnos.
De poco va a servirnos
el saber que hubo un tiempo en que la vida
valía su peso en oro.
Porque la vida pone
su casa en el pasado.
Y esta casa sombría no parece la nuestra
Felipe Benitez Reyes
Canon EOS 400D DIGITAL 19/10/2010 16:25 por jrrof (mi sombra y mobiliario urbano)
1 comentario:
Nuestra sombra, como la conciencia, nos acompaña en todo instante: a veces por un lado, otras por otro, en ocasiones se queda rezagada y otras, como en esta ocasión, se nos adelanta. Siempre está presente, aunque a veces la opacidad no nos deja apreciarla. ¡Cuídate y tendrás siempre buena sombra!
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